Has
llegado del ensueño mismo,
casi sin yo esperarlo,
rompiendo
ataduras imposibles
con tus labios sagrados.
Porque tú en
mis sueños,
fuiste un momento mágico,
con tu mirada
dulce,
con tu voz de risa y de canto.
Te diste cuenta de mi
angustia,
llena de besos amargos…
adivinando en la inquietud
del alma
amores no fraguados.
Porque en mis sueños tu beso
te salió del alma y no sólo de tus labios,
sabor tierno que
se convirtió,
en rosas de milagro.
Yo adiviné en ti toda
la ternura,
que yo esperaba ya cansado,
donde confiada la
tristeza
pudo dormir un rato.
Yo veía a todas las
noches
enjoyadas de astros;
y tú paseando por la luna
de
color celeste claro.
Tus ojos eran luces,
llenos de seda
tus párpados,
y yo te miraba y sonreía…
eran sueños
dorados.
Sentí envidia de la luna
enredados sus cabellos
en tu mano,
y es que yo te sentía tan cerca
que me estaba
enamorando…
Las horas se pasaban como un vértigo,
que se
fueron, volando...
pero al fin tú me miraste y sonreías,
y me
diste la mano.
Hoy este mensaje de añoranza ingenua,
te lo
envío persiguiendo tu rastro
por las rutas profundas del
silencio,
con instinto de vuelo de pájaro.
Podrá llegar a
ti casi sin fuerzas,
sin rumbo equivocado,
ala de miedo, pico
de nostalgia,
corazón de fracaso.
Y allá donde reposan
los recuerdos,
sobre tu pecho cálido,
tímidamente te dirá al
oído
que contigo es imposible otro fracaso.
Y
allí, quizá, en ese tu pecho cálido,
ya
encontré al fin el refugio
del
amor que yo iba buscando
y
la ternura de tus besos cálidos…
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