SE ENAMORÓ DE UN LUCERO

Éramos casi adolescentes,
ella era dulce como un cielo,
con su vestido de sol
y una diadema en su pelo,
una noche mirando el firmamento
se enamoró de un lucero. 

Aquella noche puso sus ojos
en un hermoso lucero
que vivía con una estrella….
ella quería ir a verlo.

Sus ojos eran brillantes,
su alma de terciopelo,
quería volar con el viento
para ver a su lucero.

Y se enamoró,
se enamoró sin saberlo,
era como una magia
que le producían sus destellos.

Así pasaba su vida
enamorada de aquel  lucero,
quería vivir junto a él,
quería vivir en su seno.

Todas las  noches
salía a su ventana a verlo 
y le mandaba su besos
y le recitaba   versos.

Volaba su corazón,
volaban sus pensamientos,
quieren volar sus latidos
sobre todo el firmamento.

Tanto tanto le amaba
que quiso salir a su encuentro,
era una noche de luna,
ese era todo su sueño.

Ella anhelaba tenerlo,
y el lucero aquella noche
bajó despacio del cielo
 besó su labios tan dulces,
besó su labios tan tiernos,
besándola
en los labios del silencio.

Aquella joven mujer,
al recibir aquel beso,
cayó desmayada a tierra
esperando ya su vuelo.

Su alma viajó por fin
abrazada a su lucero
para vivir junto a él
contemplando el universo.

La noche  estrellada
se vistió toda de negro,
y el vuelo de aquella chica
abrazada a su lucero
solo Dios pudo verlo…

Al poeta
que está escribiendo estos versos
le gustaría ir un día
a visitar a aquel lucero
que se llevó volando
a la chica de sus sueños.

Hoy vuela su imaginación,
vuelan sus sentimientos,
como vuelan las gaviotas
sobre el océano inmenso.

Y cada noche
cuando mira al firmamento
le escribe versos a aquel amor, 
aunque ella siga
enamorada de su lucero.

El amor 
es el más grande de todos los misterios…