HABLANDO CON MI MADRE DELANTE DE SU TUMBA

Caía la lluvia
sobre la tumba de mi madre,
era una tarde fría del invierno,
allí estaba la carne de mi carne.

Estaba dormida en el silencio,
y me puse a hablar con ella,
porque yo sabía
que se puede hablar con los muertos
y que ella me oiría…

Estaba seguro de que ella iba a comprender
todo lo que yo le decía:
madre, desde que te fuiste
aprendí a no tener miedo
por eso no me asusta
acudir a verte al cementerio.

Deja por un momento tu sueño
y mírame con tus ojos de ternura
que parece que aun te estoy mirando
cuando me iba a la escuela tan contento
y me dabas un beso lleno de dulzura.

Tú y la abuela me peinabais
mis rebeldes cabellos,
y me decías que me portara bien,
que fuera un niño bueno
y que respetara siempre
lo que me decía el maestro.

Me gustaría que ahora me dieras un beso,
aunque fuera un solo beso,
como aquellos que me dabas
cuando mis hermanos y yo
éramos muy pequeños.

Yo cada día, al mirar tu fotografía
te doy miles de besos
y te llevo siempre conmigo
en mi corazón y en mis pensamientos.

Tú sabes que si pudiera verte
daría todo lo que tengo
y si pudiera
hasta vendería todo el universo…

Porque tú me diste la vida
y hasta el alma
y todo lo que tengo.

Yo te rezo cada día

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