Llovía
y nevaba,
el
mendigo sentado en una esquina
está
pidiendo limosna
viendo
como se pasa la vida.
El
mendigo resignado
coge
las monedas que le echan,
siempre
obediente, nunca protesta
ya
no tiene miedo ni al fracaso.
Su
vida está llena de tristezas,
su
profesión siempre la nada,
se
duerme tumbado sobre el suelo
viendo
como se pasan las mañanas.
Extiende
se mano por si acaso
alguien
le da una moneda,
la
calle es su eterna prisión
y
la muerte es una quimera.
Sus
labios siempre están sellados
no
dice nunca una palabra,
quiere
huir muy pronto de esta vida
nunca
ha tenido nada de nada….
Si
siguiera siempre en esa esquina
se
moriría como un desconocido
ya
es muy viejo y la muerte ya le acecha
y
casi nadie ya ni le recuerda.
Pero
siempre hay gente buena
que
se lo llevaron a un asilo…
Pero
una tarde se marchó al cielo
y
allí ya no será un desconocido…
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