(
Anónimo )
Una
noche en sueños,
vi
que con el Señor caminaba,
junto
a la orilla del mar
bajo
la luna plateada.
Soñé,
que en los cielos
veía
toda mi vida despejada…
en
celestiales escenas
que
en silencio contemplaba…
Dos
pares de firmes huellas,
en
la arena iban quedando,
mientras
con el Señor
Íbamos
como amigos conversando.
Miré
atento hacia atrás
nuestras
huellas en el suelo,
pero
algo extraño observé
y
me invadió el desconsuelo…
Observé
que alguna veces,
al
reparar en las huellas,
en
vez de ver los dos pares
veía
solo un par de ellas…
Observaba
yo también,
que
aquel solo par de huellas,
se
advertían mayormente
en
mis noches sin estrellas…
En
los días de mi vida,
llenos
de angustias y tristezas,
cuando
el alma necesita
más
consuelo y fortaleza,
Pregunté
triste al Señor:
Señor…
¿Tu no me has prometido
que
en mis días de aflicción
siempre
a mi lado estarías
dando
muestras de tu amor?
Pero
noto con tristeza
que
en medio de mis querellas,
cuando
más aflige el dolor
solo
veo un par de huellas.
¿
Donde estás las otras dos,
que
indican tu compañía,
cuando
las tempestades sin piedad
azotan
la vida mía ?
Y
el Señor me contestó
con
ternura y compasión:
Escucha
bien hijo mío,
comprendo
tu confusión.
Siempre
te amé y te amaré,
y
en tus horas de dolor
siempre
a tu lado estaré
para
mostrarte mi amor.
Pero…si
en ocasiones ves,
solo
dos huellas al caminar.
y
no puedes ver las otras
que
deberían estar…
Es
que en tu hora afligida,
cuando
flaquean tus pasos,
no
hay huellas de tus pisadas
porque
te llevo en mis brazos…
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