Un gorrión muy pequeñito
cantaba por mis ventanas,
venía muy despacito
a alegrarme la mañana.
Se acercaba con la aurora,
se marchaba con el alba,
al día siguiente volvía
a alegrar mis esperanzas.
Me levantaba enseguida
con su voz tan delicada,
a veces cuando soñaba,
al mirar le acariciaba.
Yo, le dejaba comida
en lo alto de mi almohada,
dando saltitos entraba
cuando era madrugada.
Una noche que había luna,
una luna delicada,
apareció el gorrioncillo
con un ala ensangrentada.
¿Qué te ocurre, pajarillo?,
ahora es tiempo de dormir,
me he perdido con la niebla,
no tengo donde acudir.
Le cogí entre mis manos,
y le di mucho calor,
con lágrimas en los ojos
el animal se durmió.
Allí se quedó conmigo,
fuimos amigos los dos,
al cabo de poco tiempo,
el animal se marchó.
Le esperaba muchos días
a la caída del sol,
ya nunca más volvería,
es que se hizo mayor.
Seguro que habrá encontrado
a su pareja de amor,
y habrán tenido retoños,
se habrán casado los dos…
Que ternura!!
ResponderEliminarLeer tus poemas es la mejor vitamina para el alma.
Besos
Bueno,me ha enternecido este poema, y cuando voy a escribirlo...veo que no soy la única...
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