UNA CALLE




En la calle del requiebro
es donde siempre me pierdo,
antes era del deprecio,
hoy es del desasosiego.

Siempre me daba la vuelta
como hacen los veleros
cuando se encrespa la mar
y se pone el cielo negro.

En esa calle tan rara,
donde yo siempre me pierdo,
procuro ir muy deprisa,
procuro ir muy ligero.

Yo cruzaba aquella calle
porque tú vivías muy lejos,
iba soñando contigo,
iba pensando en silencio.

Tú tomaste otro destino
que te transportó muy lejos,
y me llegó un resplandor
deslumbrante como un fuego.

Pero un día me perdí
en otra calle más lejos
donde sola tú habitabas,
y al acercarme en silencio
te ví, y me diste un gran beso.

Con unas letras doradas,
en la sombra de tus sueños,
había un cartel que decía:
bienvenido aquí a tu cielo...

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