( Para Loly con mi cariño )
Te conocí en una playa,
un domingo por la tarde,
tu cara tenía magia,
ibas vestida de encajes,
tus ojos eran tan grandes
que parecían dos corales.
Tus labios eran dos flores
de terciopelo y granates,
se veían tan brillantes
que parecían dos diamantes.
Cogí tu mano, gitana,
cinco rosas suaves, suaves,
eran tus dedos, gitana,
como un milagro en la tarde.
Te cogí por la cintura,
gitana, llena de encajes,
y rezamos a la Virgen
Virgen de las soledades.
Esa tarde me besaste
con tus labios de rosales,
y yo te besé los tuyos
con aromas de azahares.
Yo te contaba mis penas,
y tú a mí tus soledades,
y me dijiste gitana
que tenías muchos males.
Siempre te amé, mi gitana,
con un amor siempre grande,
nos amamos en silencio
¿recuerdas?,
cuando caía la tarde.
Tus besos eran muy suaves,
allí en aquellos pinares,
fueron los mejores besos
que conocí en una tarde.
Un día te fuiste muy lejos
sola con tus soledades,
y me dejaste dolido
cerca de unos manantiales.
Te quise mucho, gitana,
como no te quiso nadie,
te entregué mi corazón
de nácar, seda y de sangre.
No volveré nunca más,
a aquella playa tan grande
donde yo te conocí
un domingo por la tarde.
Y es que ha ocurrido, gitana,
que en este mundo cobarde,
ya no eres como eras, mi gitana,
ya no eres como antes,
cuando yo te conocí
en la más hermosa tarde.
Te extrañaré, mi gitana,
te extrañaré y tú lo sabes,
sobre todo aquellos besos
que sabían a azahares...
Te conocí en una playa,
un domingo por la tarde,
tu cara tenía magia,
ibas vestida de encajes,
tus ojos eran tan grandes
que parecían dos corales.
Tus labios eran dos flores
de terciopelo y granates,
se veían tan brillantes
que parecían dos diamantes.
Cogí tu mano, gitana,
cinco rosas suaves, suaves,
eran tus dedos, gitana,
como un milagro en la tarde.
Te cogí por la cintura,
gitana, llena de encajes,
y rezamos a la Virgen
Virgen de las soledades.
Esa tarde me besaste
con tus labios de rosales,
y yo te besé los tuyos
con aromas de azahares.
Yo te contaba mis penas,
y tú a mí tus soledades,
y me dijiste gitana
que tenías muchos males.
Siempre te amé, mi gitana,
con un amor siempre grande,
nos amamos en silencio
¿recuerdas?,
cuando caía la tarde.
Tus besos eran muy suaves,
allí en aquellos pinares,
fueron los mejores besos
que conocí en una tarde.
Un día te fuiste muy lejos
sola con tus soledades,
y me dejaste dolido
cerca de unos manantiales.
Te quise mucho, gitana,
como no te quiso nadie,
te entregué mi corazón
de nácar, seda y de sangre.
No volveré nunca más,
a aquella playa tan grande
donde yo te conocí
un domingo por la tarde.
Y es que ha ocurrido, gitana,
que en este mundo cobarde,
ya no eres como eras, mi gitana,
ya no eres como antes,
cuando yo te conocí
en la más hermosa tarde.
Te extrañaré, mi gitana,
te extrañaré y tú lo sabes,
sobre todo aquellos besos
que sabían a azahares...