POEMA QUE IMPRESIONA



( Este poema puede herir la sensibilidad del lector )

Un palpitar de tambores
bajaban por los barrancos,
que ya anunciaban la muerte
de un hombre negro y esclavo,
se oían por las cabañas,
voces de luto y de llanto.

Hace tiempo él era libre,
mas no puede recordarlo,
le cazaron en la jungla
fueron unos hombres blancos,
que los cazaban con cepos
y con perros adiestrados.

Cogieron a tres millones,
los metieron en un barco,
hicieron la travesía
la más dura que han soñado.

Solo les dan de comer
pescado podrido y malo,
con cadenas en sus pies,
con cadenas en sus manos,
y otros días les dan solo,
plátanos con gusanos.

Todos los negros tenían
el corazón como un paño,
corazón negro por dentro,
con la sombra de hombre blanco,
manos trenzadas al viento,
manos rebeldes, sus manos,
el cuerpo con cicatrices
como los troncos de un árbol.

El hombre blanco no ignora
que son unos seres vivos,
que eran pobres campesinos
en las junglas escondidos.

Al amo le habían contado
que el potro que no aparecía,
y que precisamente había nacido
hacía muy pocos días,
lo había vendido aquel negro
para preparar su huída.

Al negro lo desnudaron,
le ataron a un tronco de árbol,
y le condenaron a recibir
trescientos diez latigazos,
esa era la justicia
de aquellos hombres blancos.

Los gritos de aquel pobre negro
se oían por todos los llanos,
los grillos dejaron de cantar,
no parecían ser los gritos
de aquel negro ser humano.

Gritos implorantes, fieros,
ecos que llora la tarde,
olor moribundo a negro,
risas de los hombres blancos
sepultadas en el tiempo.

Solo se oían los ruidos
de aquellos latigazos
que le dieron sin parar
a aquel negro atado a un árbol.

El esclavo yace muerto,
tiene los ojos hundidos,
más que un hombre parece
un animal fallecido.

Pero aquel hombre blanco
que mató a aquel esclavo
sin tener ningún sentido,
estará siempre muy muerto,
aunque le lata el corazón, amigos,
porque su conciencia le irá diciendo
que ha sido un asesino.

Por los caminos del cielo,
se ven cenizas y olvidos
que entristecen a los hombres
que se sientan bien nacidos.

El negro era inocente,
no era capaz de robar
ni un pequeño saltamontes.
el negro era un buen hombre,
el negro por no tener
no tenía ni un nombre.

Ya le llevan a enterrar
en una caja de pino,
se oye el ladrar de los perros
por la hacienda y los caminos.

Dejan la caja en la hierba,
parece que está dormido,
y el negro más complaciente
le dice así en su despido:

Hermano negro del sol
hermano negro divino,
ya nunca sentirás hambre
ni tampoco ningún frío,
allí arriba serás,
uno de los elegidos,
ya tienes la libertad,
brota como un pequeño río.

Cuando estés allá en el cielo,
reza un poco por nosotros,
me acuerdo que cuando niños
jugábamos con los potros
por las orillas del rió
en la alameda de chopos.

El negro cuando era niño,
al amo le daba asco,
mamaba de su mamá
su leche de color blanco,
y ayer el pobre murió
por las palizas de un blanco.

Qué ironías de la vida,
los lobos de las montañas
tenían todos también
los dientes blancos, muy blancos.

Los hombres blancos decían
que él no ha sufrido tanto,
que son cuentos que se cuentan...
y las gaviotas volando...

Los ciervos por la alameda
son también del color blanco,
vuelan cuervos por la luna
parece que están andando...

Duérmete para siempre, negro,
no sea que el hombre blanco
haya mandado a esos cuervos
para picarte en tus manos.

Los hombres blancos decían
que éramos unos vagos,
y nosotros con dolores,
silenciosos y doblados,
siempre con la pesadumbre
en el alma y en las manos.

Mañana se oirán en los bohíos
voces de luto con llantos,
y el sonido del viento se oirá
entre los negros cánticos,
y los tambores estarán,
a música de muerte tocando...

La noche es bella
la luna ya clarea,
pero para nosotros los negros
hasta las estrellas tienen sus rejas.

Duérmete hermano,
duérmete en la alberca
que es donde te enterraremos
en el azul de la noche inmensa...

Porque tus padre y hermanos
seguirán fecundando
toda la tierra,
para decirle al hombre blanco,
que nuestras manos
son como dos mariposas
que un día
se irán volando...

Se acerca la noche negra,
y se acerca el alba blanca,
el negro no vale nada
el negro no tiene ni alma...

Las gaviotas estaban esperando
a que tú te durmieras
para venir volando...
parece que están viniendo,
parece que están llegando...

Los ríos bajan turbios,
con piedras y llenos de lodo,
con trozos sangrantes de muerte,
con silencios y llantos rotos...

Mañana cuando los negros
oigan caer a la lluvia,
vendrán todos a llorar
allí donde esté tu tumba...

Rojo color de la sangre
salió el sol al horizonte,
y lo primero que hizo
fue alumbrar a la tumba
del negro en medio del monte...

Al llegar la primavera
vendrá en una nube blanca,
una mariposa negra
y una mariposa blanca.

Y danzarán con el viento
a la salida del alba,
y es que las mariposas no entienden
ni de colores ni de razas,
y vivirán siempre juntas
en la tumba solitaria...

1 comentario:

  1. Dios mio,como pudieron cometer tantas atrocidades unos seres que se llamaban humanos y solamente por tener la piel blanca. Se ve que el hombre sigue siendo el peor de los animales que pueblan el planeta tierra. Me produce escalofrio este poema.Te felicito poeta.

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