MI PERRO Y YO



Tenia una pata colgando
por culpa de una pedrada,
el pobre perro está triste,
ya perdió toda su casta.

Era un perro callejero,
con una estampa may mala,
nació en una ocasión
de una perra triste y flaca,
su destino será ir
siempre de plaza en plaza
para comer lo que tiran
las gentes acomodadas.

Cuando son muy pequeñitos
son ágiles en su infancia,
son perritos de peluche,
son suaves como la lana,
los niños les dan comida,
juegan con ellos, les cantan.

Pero cuando son mayores
ya no hacen tanta gracia,
les dejan en los caminos,
van mendigando a las casas,
pasan hambre cada día,
beben agua de las charcas.

Siempre la mirada triste,
siempre la mirada gacha,
en los veranos se duermen
a la sombra de una tapia,
siempre con miedo en su cuerpo,
siempre con su mala racha.

Yo le llamo: ven conmigo,
y las orejas agacha,
toda su piel esta llena
de hambrientas garrapatas,
seguramente su alma
esté llena de nostalgia.

El perro oye mi voz,
y con muchísimo miedo
olfatea mis palabras,
pero tiene mucho miedo
de que alguien otra vez
le dé una gran pedrada
como le dieron un día
y le partieron su pata.

Mueve su rabo con miedo,
y de repente se calma,
cuando le digo que venga
que no le voy a hacer nada,
viene corriendo a mi lado
y hasta me lame la cara.

Ya se ha hecho amigo mío,
es un amigo de alma,
se duerme cerca de mi
y parece que me habla,
ladra, corre, salta y salta
y con su rabo me dice
que ya no le pasa nada,
ahora está tan alegre
que más que ladrar
parece que me da las gracias.

¿Quién fue aquel mal nacido
que te lanzó una pedrada
y que te quebró la pata
una fría madrugada?

Y yo le digo contento:
ahora que estás ya conmigo,
ya no te faltará nada.
yo soy un hombre sin techo,
por una mala pasada,
tengo desde que nací
una pierna muy quebrada,
y a la pata coja y triste
siempre voy de plaza en plaza,
la vida siempre me ha dado
una pedrada en mi alma.

En las basuras de un puente
tengo allí hecha mi casa,
vente conmigo mi perro
que no ha de faltarte nada,
vámonos poquito a poco
con nuestra cojera a cuestas,
con la tristeza en el alma.

Yo buscaré mi comida
yendo de casa en casa,
y tú la irás buscando
por las veredas más anchas,
tu con la pedrada en el cuerpo,
yo con la pedrada en mi alma.

El día que tú te mueras
te enterraré con ternura
al costado de mi casa,
entre cartones y piedras,
entre basura y escarcha,
con un letrero que diga:
Aquí yace para siempre
mi compañero del alma,
que era mi mejor amigo,
el amigo de mi infancia.

Y cuando llegues al cielo,
te regalará san Pedro
una muleta de plata,
un trozo de pan muy tierno,
y una carne muy mechada.

Era una tarde de invierno
cuando yo muy lentamente
a mi casa regresaba...
allí estaba el pobre perro
sobre mi cama mojada
tendido y frío, sin vida
con su pata bien quebrada.

Se fue al cielo de los perros
y en sus hocicos brillaban
una estrella y dos luceros
que le llevaban en andas.

En la puerta de los cielos,
San Pedro allí le esperaba
y le entregó una muleta
ámbar de oro y de plata.

Por las noches miro al cielo
y siempre veo que está
la noche agujereada...
es mi perro que al andar
agujerea la noche
con su muleta de plata,
y desde allí me sonríe
y acaricia hasta mi alma...


2 comentarios:

  1. sabes josé, en un mes, se cumplirán dos años, desde que tengo a mi fiel perro, quien fue abandonado atado en la puerta de mi casa
    de madrugada lo escuché llorar, se avecinaba una tormenta, y cuando sali a la calle, lo vi casi ahorcado por la cuerda que lo mantenia atado a la reja
    desde ese momento está con nosotros, y si bien es un perro muuuuuuuy feo jajajajaj, para nosotros es muy hermoso :)

    tu poema es muy emotivo, y contiene mucha verdad, cosas que me ponen muy triste, es verdad
    escribes con mucho sentimiento, y eso llega al alma

    un saludo cordial
    claudia

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  2. Sí, quienes hemos tenido animales nos sentimos muy reflejados en este poema.
    Muy hermoso, desde luego que sí.

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