Encendí una
hoguera,
donde
salieron aromas
de amapolas y
azucenas,
para quemar
tus recuerdos
y tus
castillos de arena,
que eran muy
frágiles
y se caían
por la tierra.
También
quería quemar
tus
ausencias,
tus silencios
y tus besos,
y le decía
muchas veces al viento
que yo ya no
te quiero.
También,
en aquella
hoguera quemé,
además de
tus recuerdos,
todas las
noches de ensueño,
los besos que
nos dábamos
en el crudo
invierno,
las flores
que los dos cogíamos,
cuando nos
amábamos
en los prados
floridos,
con un beso
en el silencio.
Pero hoy,
después de
tanto tiempo sin verte,
te he vuelto
a ver de nuevo,
y mi corazón
me ha dado un
gran vuelco,
y no quiero
apagar aquella hoguera
porque quiero
quemarme de nuevo
en todo tu
fuego.
Quiero estar
contigo
y fundirnos
los dos de nuevo,
quiero volver
a quemarme
en tu cálido
fuego.
Ayer empezaba
a olvidarte,
pero hoy te
digo
que yo ya te
quiero,
que te quiero
de nuevo,
y ya nunca te
diré
que yo no te
quiero.
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