EL AMOR DE ZAYRA OMAET


(RELATO)

(Dedicado a Loly, toda ternura)

Todo tiene un porqué. Hay que discernir entre causalidad y casualidad, afín de cuentas, los procesos que vivimos afectan no solo a nosotros mismos, sino posiblemente a terceros, muy seguramente influenciamos con nuestras acciones a más de uno y eso nunca lo sabremos, inclusive afecta a personas que nunca conoceremos…

Zayra Omaet, cuando era niña tenía un aire angelical. Su padre la cantaba la canción de la amapola y le decía que “como puedes tú vivir tan sola”... A Zayra la encantaban las amapolas y en los veranos si iba al campo a recoger un ramo de esas flores coloradas. Creció en un ambiente lleno de ternura y por eso ahora su alma es toda ternura y dulzura.

Zayra Omaet y Jorge de Caso se conocieron por una casualidad. Enseguida surgió una chispa de amor entre ellos… Se gustaban, y pasaban muchas veladas hablando de todo y de nada. Ambos eren algo tímidos y después de un cierto tiempo se besaron... Fue un beso tan tierno que casi fue como su primer beso y el primer beso de Jorge verdaderamente enamorado, seducido por su aura, perdido por su belleza del alma. Tembloroso como un niño con miedo, deslizó su mejilla por la suya, hasta alcanzar sus labios y se estremeció con la humedad de su boca, después del beso, notó el rocío que hacían más claros sus ojos, océanos de mirada tierna y anhelante...

Cada uno había tenido su mundo, pero enseguida congeniaron y con el tiempo…se amaron…Suena el despertador, los dos sonríen, se aman tiernamente, aspiran el aire de la mañana, pero aun tienen un sueño compartido, esperan que un día el ser amado les despierte con un beso y una caricia, que les diga HOLA AMOR, TE AMO ¿Cómo durmió mi niña?, entonces los dos, que en realidad son uno...sonreirán y dirán ... " excelente mi amor". Cada verano Jorge la cogía en el campo un ramo de sus flores preferidas: las amapolas. Si el mar está enamorado del cielo, es porque comparte al viento…

Pero como casi todos los amores, el de ellos también se enfrió un poco, porque el amor es muy escurridizo y a veces ocurren esas cosas. Y se dieron un tiempo…y se separaron…Ella se fue a vivir a la Pardiza, muy lejos de donde él vivía. En los riachuelos secos queda escondido el pasado. Los días van atusando cada piedra del camino, y el aire pule sus aristas. Lo mismo le sucede al amor. De manera extraña todo se acerca, y cada pieza va ocupando un lugar en la vida. Sólo hay que vivirlo con intensidad. La bruma acaba con el pasado, lo envuelve, lo pierde, y se aleja haciendo paso a la poderosa luz…al amor que siempre existía entre Zayra Omaet y Jorge de Caso.

Pero…Efectivamente parece que el amor no se muere nunca del todo, y más cuando se han vivido muchas experiencias juntos…

Y Jorge meditaba con frecuencia, dirigiéndose a ella, porqué los amores viene y se van: Cuando te fuiste sentí que todo acababa. Siempre he dicho que la vida es una sucesión de momentos. Mi vida estaba compuesta por los momentos que pasé junto a tí. Cuando te fuiste, los momentos se cayeron a pedazos y mi vida quedó vacía. Siempre estás en mis recuerdos…Cuando tú cantas, cantas al sol y al cielo, en tu canto tu voz desgrana el cereal del día, hablan los pinos con su lengua verde, trinan todas las aves del invierno
Ambos seguían teniendo una buena comunicación de amigos. Jorge escribía a Zayra cartas muy románticas:

“Me gusta quedarme clavado en tus pupilas, sentir como tus ojos roban mi corazón y tus labios tientan mi alma encendiendo mi pasión, no puedo besarte, eres la princesa inalcanzable que quisiera abrazar, quisiera besarte, perderme en el balcón de tu escote, que tu dulce fragancia me envuelva.

No puedo verte, no sé cómo llegar a ti, todo a mi alrededor ahora me parece frío e impenetrable, quisiera parar el tiempo para perderme en ti, sentir la suave protección de tu piel, tu cárcel es el lugar donde quiero estar. La magia de tu mirada me hechiza para dejarme llevar por tu dulzura, pero todo es poco para ti, pero no encuentro la llave de tu corazón.
Me gusta perderme en ti, escribirte cosas dulces aunque no creas en mí, me gustan tus ojos aunque ellos no me miren, me atrapan tus labios aunque no me besen.

Odio la frialdad de tu ausencia, la crudeza de tu silencio desarman mi corazón y alma llenándolo de inquietud.

Tu silencio es tan grande que pesa como una losa que ahoga mi alma, llenándola de lluvia, el invierno de mi corazón es sempiterno, el bucle de la melancolía me persigue, mientras las nostalgia murió, ahora todo es gris a mi alrededor y tus ojos mágicos se alejaron de mi para siempre, tus labios tentadores robaron mi corazón y se llevaron la razón.

Me gustaría verte sonreír de nuevo conmigo, eres mi debilidad, eres parte de mi, llévame a tu cálida cárcel, abrígame y protégeme con tus abrazos, calma mi ansiedad con tu dulzura y ternura, he tratado de llegar a ti pero no encuentro el camino a tu corazón, tu silencio me desconcierta, tu ausencia me duele.

Tú te has ido. Hoy he pasado por tu casa y me han dicho que no estabas. Que estabas en otra parte. En la Pardiza. Hace años que se fue, me dijeron.... Eso es lo que me han dicho. Tú te has ido y yo sigo aquí. En la casa que fue nuestra, en el jardín que fue nuestro. Pero aunque te hayas ido, yo te sigo queriendo. Porque quienes se amaron como nosotros, no pueden evitar seguir haciéndolo. Muchas veces siento la tentación de coger un tren e ir a verte. Sí, volver. Porque ya estuvimos allí. Si me paro a pensar, no creo que vaya nunca a la Pardiza. Creo que tengo miedo de que me digas que tú has dejado de quererme. Pero…un día iré, no tengo la menor duda”…

Y la escribía estos versos de amor:

Aquella tarde, cuando el sol caía
aquella tarde cuando fuiste mía,
aquella tarde que te di mi amor
era la tarde, la tarde cuando el sol caía…
Fue por la tarde, la tarde cuando fuiste mía
fue por la tarde, la tarde que te di mi amor...
volé por el cielo al sentir tu te quiero y soñé…
Soñé con mariposas azules
entre nubes de algodón,
allí muy juntos
te ofrecí todo mi amor…
Mientras… se oía el canto
de un bonito ruiseñor…

En realidad se seguían queriendo, se amaban. Y un buen día, Jorge recibió una carta de Zayra, una de las cartas que Zayra le escribía... estas cartas de mujer enamorada a Jorge:
Hola mi querido y amado amor:
“Te envío esta hermosa carta que expresa justo mi sentir hacia ti...
Quiero expresarte mi amor, lo que significas para mi, lo mucho que me supone tu amor y lo que siente mi corazón...
Espero que esta carta llegue a ti transmitiendo todo aquello que hay en mi corazón.
Te amo, te lo di todo, hasta quedarme vacía. Te di tiempo, ganas, paciencia de donde siempre ha sido imposible sacar, te di juegos y sonrisas y todas mis palabras. Te di unos pies pegados al suelo, y mis alas para volar...
Te di mi felicidad, mi opinión, mi amistad...Te di locura cuando tus días eran tristes y cuerdos...te di caricias, lágrimas, besos, celos, ideas locas, sensatez, irracionalidad, sentimientos, pensamientos, espontaneidad, mis momentos más planeados y, sobre todo, corazón. ¡¡¡Qué ironía!!!, a tí te pareció poco, y yo me quedé sola y vacía...
Juntos hemos construido un mundo único y maravilloso. ¡Contigo comprendí tantas cosas, amor!... como que en el amor no sólo hay entrega sino que también se recibe, y yo eso no lo sabía, tú me has entregado tu alma, tu corazón, tu dulzura infinita, tu bondad, y yo aprendí a recibir y a atesorar en mi interior este regalo divino que me has dado y me das día a día. Te dejo mi carta estampada con pluma de oro, con mano de mujer enamorada, y perfumada con tus mimos y caricias arrebatadoras, únicas, deseadas por mi ser entero, quedándome por decirte cielo mío...que por ti...que por ti...¡¡YO MUERO!!” Soy libre y llena da amor, no soy nada y contigo lo tengo todo. Con tu presencia en mi vida he conocido el verdadero amor. Gracias vida.....donde quiera que estemos nuestras almas siempre estarán unidas. La vida es eterna. Te amo: Zayra.”

Y Zayra le escribía estos versos a Jorge:

No quiero estar sin ti,
si tú no estas aquí me sobra el aire.
No quiero estar así,
si tú no estás… la gente se hace nadie.
No quiero estar sin ti,
si tú no estás aquí me falta el sueño.
No quiero andar así,
latiendo un corazón de amor sin dueño…

Sola parece que estoy
Sola me ven venir
Cuando llego a ellos les digo..
que tú estas dentro de mi

Nunca me sentí tan acompañada
llena de amor y entusiasmo
Son tus poemas mi alimento
y tu persona mi ser mas amado

Eres tan especial en mi vida
y te siento tan dentro de mi
que la soledad es un lujo que escojo
para poder estar junto a ti.

Zayra era una mujer con una ternura y sensibilidad especiales. Es tan grande su ternura que cuando Zayra va por el campo y ve las flores y su belleza....nunca arranca ninguna pues sabe que si la corta y se la lleva… pronto morirá.... Así es el amor que siente por Jorge

El sol del atardecer se asomaba por ultima vez por detrás de las montañas de la sierra de la Pardiza, como tratando de asegurarse de que todo el mundo hubiera recibido su dosis diaria de sus calientes rayos. Jorge de Caso bajaba del tren que lo había traído ahí desde muy lejos y los lugareños lo acosaban por los cuatro puntos cardinales sin tregua. Había un enjambre de gentes por todos lados.

No era muy tarde todavía, en realidad eran solo las 8.15 de la tarde, pero en estos tiempos de invierno el sol se oculta tan rápido que es fácil perder el sentido del tiempo sin darse cuenta. Se preguntaba una vez más el porqué estaba aquí, viajando dos horas y media desde su lugar de origen por los rumbos de las grandes metrópolis; parado, soportando los vaivenes del tren, en medio de este mundo de gente, y ahora los últimos pasos a la salida le pesaban con toda su alma. Ni loco hubiera venido a visitar esta estación, se decía él mismo. Pero la razón era otra. No era trabajo, fiesta, u otro tipo de obligación donde tenía que viajar un poco lejos. No, la razón era ella, era Zayra Omaet.

Sabía, y lo aceptaba, que era ella la razón principal por la cual viajaba con tantas ganas a este rincón del mundo a las faldas de las montañas, a la Pardiza. Siempre fue por ella por la cual lo hacía. Nada más que ella, Zayra, su pequeña Zayra como él le llamaba, su bebé adorado.

Y es que un buen día, Jorge recibió la tan esparada llamada, y aceptaría sin pensar la invitación que le hacía de que la visitara por la tarde. Vivía por esos momentos.
-¿Puedes venir mañana a verme?, le había preguntado ella al teléfono con una cierta insistencia.
-¿A que hora?, fue todo lo que pudo decir, lo único que quería saber era eso para estar con ella.
-Entre las 8 y 9 de la noche, para que te dé más tiempo; voy a estar sola, por si te interesa saberlo y sabes que eres bienvenido para quedarte a cenar si gustas. ¿Quieres?, le preguntó.
-Claro! Me gustaría mucho pasar a verte al menos un par de horas, le contesto él, esperando que no escuchara la emoción en su voz al ser invitado, y así verse descubierto de que estaba muriendo por verla. Hacía varios meses que no se sentía bien, desde que la había perdido como pareja y sufría en silencio.
-Bueno, te dejo, tengo que hacer unas compras ahora, pero te veo mañana como a las 8.30, le dijo ella.
-Ahí estaré, le contesto, cuídate, te veo pronto.
-Bueno, ven pronto, se despidió ella, besos. Y rió, y su risa sonó como un sueño. Y volvió a sentir ese amor por ella que no lo había dejado desde ese día un tiempo atrás.

Mientras viajaba, iba pensando que unos meses atrás habían decidido volver a ser amigos después de haber compartido tanta vida juntos. Por varias razones hubieran podido haber terminado esta relación, dejarlo así y volver a sus vidas de antaño, pero el amor que existía entre ellos los unía de otra forma. Tenían que tratar de ser amigos para honrar ese amor que de una manera u otra era suyo y de ella. Cada uno lo sabia, pero era difícil ponerlo en palabras; solo existía el hecho de que él por Zayra podía haber hecho cualquier cosa por tenerla contenta...y a su lado; y ella sabía que el separarse de él significaba un no vivir con una sonrisa en sus labios, un cálido sentimiento en su pecho, y recibir unas caricias, dadas desde el corazón, en su cabello, sus manos, sus mejillas. Sus manos siempre fueron así, siempre fueron parte de su propio cuerpo, las sentía en ella cada vez que lo miraba porque para él siempre fue lo mas natural el amarla. Cuando ella le pidió que volvieran a ser amigos, el mundo no se vino encima de él por la sencilla razón de que no la perdería. Ya su amor había roto demasiados obstáculos para estar con ella, para demostrarle que su amor era sincero, sabia que ella no olvidaría aquello, esto, todo lo que el había hecho por ella, para estar así, juntos y felices. En ese momento solo pudo asistir con su cabeza, y aceptar lo que ella le ofrecía por las razones dadas, por la única razón por la cual la podía dejar ir. Pero él lo sabia, y ella lo sentía, que éste no seria el último día que estarían juntos amándose... Ya habría más días, más momentos, cuando volvieran a decirse que se amaban...y ahora estaba aquí, a unos minutos de su casa. Sabia lo que pasaría, y la emoción le hacia sentir su garganta seca...apuró el paso. Y el frío se le calaba entre los pantalones, la gabardina y por el cuello entre las ranuras de la bufanda. Un sin fin de gente se movía de aquí y allá y por todos los rumbos en camino a casa, del trabajo, gentes de toda clase y condición, muchos enamorados, amantes.

A la vez que se iba acercando a la casa de ella, iba pensando en que no son todos los días cuando se llega uno a enamorar. Esos momentos llegan, para algunas personas en un instante, para otras hay momentos que, aunque pequeños, se van acumulando y forman una cubierta multicolor, como una alfombra Persa que se convierten en amor, momentos vividos, y un universo de recuerdos que no son fáciles de borrar. Porque el amor no solo se da y se espera que llegue naturalmente a uno. No, al contrario, el amor se da, y se da, y se da de nuevo, y cuando ya no hay nada que dar, se sigue dando de otra forma porque sigue siendo amor pero ahora disfrazado de un profundo sentir que solo el tiempo nos da. Y ya toma forma, y se transforma en un algo más grande que uno porque ya es demasiado bello como para saber donde empezó y al que no se le ve final; así le dió a ella su amor, con detalles, caricias, atenciones y palabras que nunca había escuchado de parte de nadie. Y cuando él todavía le decía, meses después, que la amaba, Zayra todavía preguntaba, “¿Porqué?”... le era una cosa desconocida el sentirse amada sin haber hecho algo espectacular. No creía que el amar a alguien así era algo tan simple pero natural para un corazón solitario como el de él. Para un corazón hambriento de amor y ternura como él lo necesitaba, porque se encontraba perdido sin un centro que lo atara a otro ser humano, a una mujer, para volver a sentirse un hombre nuevo.

Fue tan bello enamorarse de ella, y nunca lo remitiría de nuevo con otra. Siempre se lo decía, Zayra, eres especial para mí, ¿sabes? Te amo, y te quiero tener a mi lado. Ahora ella reconocía ese amor como lo que era, puro y sencillo. Apasionado y tierno. Y era para ella todo ese amor que nunca pudo haber comprendido en nadie más.

No quería empezar a contar el “como”, ni el “cuando”, ni mucho menos el porqué, simplemente se fueron enamorando, simplemente sus vidas era una prioridad para el uno y el otro. Él pensando en sí mismo para dedicarse a ella totalmente, y ella creando en si misma a una mujer que pudiera darle todo a él para que fuera el mismo hombre bueno de siempre con ella. Cuidando de diferente manera, para que el amor no muriera, para ser feliz.

Se formó ese amor con confianza, palabras dichas, hechos realizados, muestras de afecto y caricias furtivas que poco a poco fueron dejando a un lado el pudor social. Y ahora, meses después, están ahí para ser vividos por los dos. Es solo un amor sincero que no tiene descripción, es un amor de los que siempre se sueñan, pero que rara vez llega a uno.
Pero hubo por un tiempo un “punto y aparte”...y aunque las condiciones para este amor hayan cambiado, se seguía viviendo este amor de otra manera; más bien era un “punto y coma.

Se bajó del tren y cuando llegó a la parada del autobús se da cuenta de que el sol ya se había metido por completo y solo quedaban los últimos destellos color naranja bellos como alas de mariposas. La cola del bus no era muy larga así que decidió esperar. Tenía todavía otros 15 minutos para llegar a su casa y sabía que no tardaría tanto en llegar el siguiente autobús.
Volvió a sacar el móvil de su bolsillo para mirar su último mensaje: te estoy esperando, le había escrito ella. Solo sonrió al leerlo de nuevo. Estoy esperando el bus, te veo en 10 minutos, le escribió él para avisarle de su eventual llegada. Giró a su alrededor y vio que se había formado una gran cola de gente para subir. Ahora había más estudiantes, y trabajadores de oficina en la cola, todos volviendo de sus respectivos trabajos, citas, y obligaciones.

Las estudiantes con sus minifaldas, y uniformes del colegio, y los señoritos con sus gestos de estar resfriados. Cualquier extranjero recién llegado a ese lugar pensaría que la gran mayoría de los habitantes sufren de problemas estomacales por las caras que se suelen ver en la calle. Agrias, torcidas, ceño fruncido...todo un conjunto de muecas faciales
Ringggggg.....ring ring ring ring....sonó su móvil, lo cogió y miró el mensaje,
-Te estoy preparando un café, ¿dos cucharadas de azúcar, no?. Sonrió. Siempre tan atenta con las cosas que a él le gustaban.
-Si, gracias, dos cucharadas. Y un poco de leche...gracias por recordar lo que me gusta, le escribió a ella. Siempre había soñado con venir a verla a pesar de la gran distancia que los separaba. Sentir su compañía. Verla y abrazarla era para él todo, vivía para esos momentos cuando podía tenerla en sus brazos y decirle lo que sentía dentro de él. Y lo más importante, reirse con ella de todo...Y todo por ella, sentía esa libertad y más cosas. Todo estaba correcto cuando estaba ella junto a él. Ya sentía su presencia aunque todavía le faltaban un par de kilómetros y varios minutos para verla.

El bus finalmente llegó y la gente empezó a moverse hacia el frente, todo el mundo queriendo estar en un lugar un poco mas acogedor. Subió al bus y decidió ponerse inmediatamente detrás del conductor. Eran solamente cuatro paradas y no tenía ganas de ir sentado, después seria más dificultoso el bajar.

Llegó la hora de salir y el bus empezó a moverse justo cuando sintió que en el móvil recibía otro mensaje.
-Te dejo la puerta abierta, decía... no pudo evitar sonreir, y hasta reir un poco al ver el mensaje. Le gustaba esa libertad que siempre ella había tenido con él. Y a ella le gustaba hacerlo así. Nunca le había dicho algo con la intención de callarla e impedirle que no fuera ella. Sin esas palabras ella no podía ser tan bella, y todo lo que hacia, o decía, la llenaba de esa belleza que formaba su manera de ser, inocente cuando lo quería, apasionada con cada beso, y un mar de ternura una vez que la tranquilidad de la cama los había domado a los dos. Pero siempre con él. Eso la hacia más bella aún. Sintió una mirada sobre él y miro a su izquierda. Era una señora que se le quedaba mirando como leyendo su mente, y se sintió algo cohibido, como si realmente le hubiera leído su mente. Volvió a mirarla y la anciana se había ya dado la vuelta a ver a alguien más. Le dejó de poner atención y quizá pensó en lo que estaba por pasar…

Al bajar del bus caminó por un atajo, por el estacionamiento, para poder saltar el cerco que se encuentra frente a su casa. Brincó la cerca y cayó entre la maleza que formaba una barrera natural de hierba silvestre y bichos raros que había entre el conjunto habitacional y el cercado del estacionamiento. Un sin fin de cosas se le pegaron a su pantalón y lo dejaron manchado. Caminó los últimos metros hacia los cinco escalones del edificio que lo conducirían a su apartamento mientras se limpiaba el pantalón de las tercas ramitas de las plantas que se rehusaban a dejar la tela de la ropa. Caminando y golpeándose el pantalón se fue acercando al edificio. Por fin, cuando llegó a las escaleras se dio por vencido y dejó de limpiarse, esas cosas saldrán después pensó él.

Se dirigió a la puerta y miró la maceta con los rosales que se negaban a salir por más amor que se les dedicara, y los eternos angelitos; un póster que ella había colocado ahí tiempo atrás. Recordó lo que había dicho en el mensaje y se dirigió a la puerta, le dio media vuelta al manillar y confirmó que estaba abierta tal y como le había hecho saber, dio un paso y se encontró dentro del apartamento, cálido, y oliendo a shampoo, a baño fresco.

Hola...escuchó su voz a la vez que se aseguraba de cerrar la puerta con su seguro. Escuchó sus pasos y la miró frente a él, tal y como la había recordado todo ese tiempo, como sus recuerdos se le habían plasmado en su memoria. No había cambio alguno. Se encontraba vestida con un vestido negro, de una pieza, pegado al cuerpo que le llegaba hasta las rodillas, y medias negras. Siempre linda, como siempre ella le había dicho que se preparara porque “nunca sabes cuando tienes visita o tienes que salir”; preocupada por estar presentable, una de tantas cosas que le encantaban de ella. Toma esto es para ti. Y la regaló un ramo se amapolas secas porque era invierno y una caja con su perfume preferido.

Se acercó hacia él, abrazándolo y ofreciéndole sus labios en un beso calido, lleno de amor y ternura, para luego dejarse abrazar por él. No necesitaba explicar nada, lo había extrañado tanto…. Él sintió lo que ella sentía, que era lo que él tenia en su corazón, y le dio un beso en su cabellera, en su cabello húmedo.

Se separó un poco de su pecho y lo mira a los ojos con amor mientras le decía: bueno, voy colocando tu café en la mesa, con dos cucharadas de azúcar y un poco de leche...Le dejó que se quitara las zapatos pero sin moverse de su lugar y sin dejar de tocarlo, le dejó su mano sobre su espalda mientras se agachaba para quitarse los zapatos.
-Cómo pasaste el día, le preguntó Zayra mientras le acariciaba la espalda con su mano izquierda, y le pasaba los dedos de su mano derecha por el cabello.
-Bien, le contesta él, agachado todavía. Todo bien, pero ahora empieza a verse mas bonito todavía, le dice mientras se levanta, se le acerca, y la vuelve abrazar a la vez que la mira a los ojos con todo ese amor que ella le inspira. Ella se cobija en su pecho, escuchando su corazón se da cuenta que sigue latiendo como el primer día que le hicieron el amor; seguía latiendo de la misma manera, como si fuera una aventura el abrazarla cada vez, besarla como si fuera la primera ocasión, y diciéndole tantas cosas que no se pueden decir con palabras.

La vuelve a besar, pero esta vez con una ternura más íntima, más confidencial, que dice más del alma cuando se ama. Ella parece leer sus ansias y lo toma de la cintura mientras lo presiona contra ella, mostrándole que ella también lo ha extrañado. El beso transcurre mientras sus manos sienten su espalda y sus brazos y luego la toma de los lados de su cabeza para separarse un poco lo suficiente para decirle mirándola a los ojos que la ha extrañado durante estos últimos días. Ella sonríe un poco, y repite sus propias palabras que todavía él no se ha atrevido a expresar… yo también te he extrañado, mucho.

Los dos sonríen, y vuelven a darse un beso, pero esta vez algo ha cambiado, ahora es un beso que dice, te amo, y estoy aquí porque tú me haces sentir bien. Mi vida es mejor ahora y cada vez que estoy contigo.
Ella lo toma de la mano y lo conduce a la mesa donde puede ver que se ha esmerado en preparar un par de tazas, una para él, con café, y una para ella, con un te aromático de Ceilán, unas galletitas de chocolate, y un par de pedazos de tarta y pastas de almendras, sus preferidas. Vuelve a mirarlo como una niña, pidiendo, exigiendo, unas palabras que muestren que le gustó la preparación de las cosas. Le ve la cara y él se gira para verla, con una sonrisa y un guiñó de ojo le dice:
Conoces mis gustos, y sabes que nunca te voy a despreciar dos pedazos de tarta.
-¡Oye!... Uno es para mi!, le dice ella, riendo, bromeando y reconociendo que él también está jugando. Se lo come con su mirada y la de él se junta con la suya…y le ofrece sus labios a la vez que su cuerpo lo trata de fundir al de él, él se agacha un poco y le besa esos labios tan lindos que le son ofrecidos con tantas ganas de amar...reconoce su reacción física al verse tocar por ella en esos momentos, y la besa. Su mano izquierda la toma por la nuca y la empieza a besar mientras su mano derecha la toma de la cintura, la besa como siempre la ha besado, primero con ternura, luego para verse arrollado por su fuerza sensual, sus besos tan profundos, lindos, húmedos, y hambrientos por él...
Le muerde los labios tiernamente, y con esa primera mordida pícara le dice que lo desea, ahora, ahí mismo, y para siempre.
Se separa de él, dejándolo con los ojos abiertos y mirada de sorprendido. Disfruta verlo así por un par de segundos para luego tomarlo de su mano, guiándolo hacia la habitación, mientras le continua mirando con sus ojos de niña picara, le sonríe y pregunta, ¿podemos?... el café y los pedazos de tarta esperaran. Se deja llevar, gratamente sorprendido...Un tierno te quiero se le escapa mientras caminan… la ternura de ambos se funden en un solo cuerpo…y se amaron en silencio teniendo a la luna como testigo…. Que no se rompa la noche, por favor que no se rompa...

En la mesa, el café, el té, y las galletitas habían perdido su atracción; pero ya volverían a ellas; después, por la noche, o por la madrugada, para poder charlar y reír, y volverse a amar de nuevo, como siempre lo hacían cuando se encontraban juntos. Esa noche Jorge no pensaba volver a su apartamento, sintió que permanecería aquí, con ella, y al mirarla de nuevo, no hubo duda alguna en su mente ni en su corazón.
Zayra, te quiero, te amo, ¿sabes?, le dijo con palabras y con un corazón enamorado en su pecho...Y ella sonrió...contenta, porque en su corazón sabia que tenia el amor de un hombre dulce para ella solamente...sabia que tenia que cuidarlo, porque en la vida se ama solamente una vez...porque en las demás ocasiones, los amoríos son parches sentimentales que cogemos para calmar nuestra soledad…Ahora verdaderamente Zayra sí que era feliz. Zayra ya no podía vivir más tiempo sola de la misma forma que le cantaba su padre aquella canción cuando era pequeña: “Como puedes tú vivir tan sola”…

3 comentarios:

  1. Gracias desde lo mas profundo de mi alma
    Es el mejor regalo que he recibido, y Tú...el mejor regalo que tenemos todas las personas que te leemos.
    Dios te de mucha salud para que tu cuerpo este entre nosotros y puedas seguir escribiendo y sembrando la semilla del amor con tu sensibilidad y ternura
    Tu gran admiradora Loly

    ResponderEliminar
  2. Me has emocionado con tu dedicatoria.Gracias muchas gracias
    Te tengo que decir que mi ternura se está alimentando con tus bonitos poemas.
    Felicidades por el relato de esta pareja tan Especial....Solo tú puedes escribir con tanto sentimiento.
    Eres la mejor terapia para sacar a la luz todos los buenos sentimientos que tenemos dentro y que por alguna razón los hemos aparcado por falta de alimento.
    Copio la frase de Zayra que dice...
    Eres mi mejor alimento y mi ser mas amado.
    Te amo: Zayra

    ResponderEliminar
  3. Gracias, gracias y millones de gracias, por saber que aún existen personas como tu, con valores, con sentimientos, que detrás de este mundo que nos ha tocado vivir, sabemos que podemos desconectar, simplemente entrando en tu blog y leyendo cualquier historia de las tuyas. Realmente no dejes de escribir todo esto que llevas dentro,sería un desperdicio que la gente no sepa de ti y de tu manera de ver la vida. Estoy un poco malita con gripe y mi cabeza hoy ya no dice más, pero mi corazón está contigo. FELICIDADES. Laura.
    20 de noviembre de 2009 9:25

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.