EL AMOR DE UNA SIRENITA



( Para MCM Pastor, con cariño )



En una playa lejana y muy sola,

yacía una roca en medio del mar,

y todas las noches sin dejar pasar una,

una bella sirenita venía a descansar

sobre esa roca sola en medio del mar.


Allí pasaba la noche dormida,

en aquella roca del medio del mar,

hasta que una ola temprana y muy fría,

la venía acariciándola a despertar.


En cuanto se despertaba la sirenita,

saltaba sobre las olas y se ponía a jugar,

dejando a la roca solitaria y triste,

solo con la fragancia de ella al marchar,

soñando en que venga pronto la noche

para tenerla muy cerca y verla soñar.


Así se pasaban los días,

y la sirenita jugando

con las estrellas del mar,

se iba todas las mañanas con ellas

nada más despertar.


Pero el amor cuando llega,

no tiene fronteras,

ni edades ni nada que lo pueda parar,

y entonces hay que dejarlo caminar,

y aquella roca que parecía

una roca de piedra muy fría,

de aquella sirenita se llegó a enamorar.


A una estrella fugaz que pasó por su lado,

la pidió un deseo: quererla abrazar

a aquella sirenita de ojos de cristal.


La rogó que le diera unos brazos azules,

azules como el color de las aguas del mar,

y una cola de pez de muy vivos colores,

para que cuando se marchara la sirenita,

la pudiera en sus juegos acompañar.


Y así sucedió, aquella estrella fugaz

le concedió a la roca

el deseo de un día poder abrazar

a aquella sirenita tan linda y tan rubia

con aquellos ojos color del cristal.


Llegó la sirenita con una ola,

y se subió a la roca

para poder descansar,

pero al llegar la mañana,

la sirenita se comenzó a despertar,

y muy rápidamente

se metió en el agua y se puso a nadar.


Y la roca, sin pensarlo dos veces

se fue con la sirenita al agua a jugar,

pero a pesar de que aquellos deseos

que le concedió la estrella fugaz,

él era solo una fría y dura roca,

y allí la roca se hundía

hacia el fondo del mar,

mientras veía a la sirenita marchar.


Ahora esa roca yace

en el medio del fondo del mar,

rodeada de algas y estrellas del mar,

llorando su amor en soledad,

un amor que fue muy capaz

de que una piedra pudiera amar,

y que pudo haber sido un amor eterno,

un amor eterno y verdadero,

que ahora yace en el fondo del mar.


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